Fabrica la realidad antes de mostrarla subjetivamente, cuando Michals toma la cámara para dejar la publicidad de lado, se apodera de él el impulso de la intriga, y la inspiración para hacer de la fotografía la visión de sus sueños, temores y deseos. Empleando la técnica de la doble y triple exposición, y escribiendo textos o pintando directamente sobre el papel fotográfico. Michals consigue un estilo entre lo surreal y lo cinemático. No en vano, tiene entre sus ídolos y fuentes de inspiración a Magritte, De Chirico y Balthus, a quienes se ha encargado también de inmortalizar con gelatinas de plata. Fue muy criticado en los 70 por demostrar que la fotografia era un medio para fijar relatos muy interiores en vez de objetos bellos. Su serie Sequences de finales de los sesenta y principios de los setenta contiene dos de sus aportes más reconocidos e importantes a la fotografía. Es un trabajo con secuencias de imágenes (entre 5 y 15 por obra).
Con la sucesión de imágenes que constituyen una secuencia, Michals consigue desarrollar discursos sobre todo metafísicos, apoyándose en escenarios desnudos. A quienes le han acusado de servirse de esta técnica para desfogarse de su deseo de hacer cine, Michals les responde que las fotosecuencias son al cine lo que la poesía a la novela: una sintaxis completamente diferente. Su trabajo ademas de ser influenciado por el surrealismo tambien fue por el budismo Zen. A René Magritte lo fotografio varias veces. Fue una serie realizada en una visita de varios días a su estudio en Bélgica. La incisiva mirada de Michals penetra en el ámbito privado del famoso pintor dando como resultado una extraordinaria sintonía visual con el universo personal y simbólico de Magritte. Sus imágenes tratan de fantasias eroticas, humoristicas, muchas veces violentas,de ocurrencia espontánea, utilizaba luz natural y muy poco equipo tecnico. En ocasiones sus imágenes son borrosas que insinuan historias fantasmales, espiritualidad, enfatizaban lo oculto, lo misterioso.